La situación se produjo en la tarde del viernes, cuando una joven de poco más de 30 años, oriunda de Viedma, mantuvo un encuentro íntimo con un interno. En el control de pertenencias, el personal penitenciario revisó dos bolsas de tela con recipientes plásticos y una mochila de color rojo. Fue allí donde se halló un envoltorio de nylon transparente con una sustancia verdosa, presuntamente droga, que estaba oculta entre los objetos personales. Las pericias posteriores arrojaron que se trataba de 37 gramos de marihuana compactada.
De inmediato, la agente a cargo de la requisa informó lo sucedido a un oficial superior, quien constató la veracidad del hallazgo y activó el protocolo correspondiente. La rapidez de la intervención y la coordinación entre los efectivos permitió neutralizar el ingreso sin que la sustancia llegara a circular dentro del penal. Este accionar refleja el compromiso del personal con la seguridad y el orden institucional.
Además, la dirección del establecimiento aplicó la normativa vigente que regula las visitas, disponiendo la suspensión de la joven tanto para futuros ingresos. La medida se fundamenta en el reglamento penitenciario provincial, que establece sanciones claras frente a incumplimientos de los deberes de los visitantes. La decisión fue notificada en el mismo acto y quedó registrada en el acta oficial.
Este episodio pone de relieve la importancia de los controles exhaustivos en cada ingreso y egreso del penal. La detección de sustancias prohibidas no solo evita que se vulneren las normas, sino que protege la integridad de internos, visitantes y trabajadores.